Bienvenido a Haute, el epicentro del lujo y lo prohibido en Los Santos. Más que un club, somos un santuario donde la élite, el esoterismo y los placeres ocultos se entrelazan bajo las luces rojas de la ciudad.
Desde cenas con cartomancia en vivo hasta fiestas privadas donde el dinero cambia de manos discretamente, Haute es el velo entre lo mundano y lo místico. Aquí, cada rincón esconde secretos y cada noche es un ritual.
Capítulo I - La Justicia Invertida
Carmilla llegó a Los Santos con un mazo de tarot manchado de sangre y una promesa ardiente entre los labios: proteger a su hermana Calipso y construir un hogar donde ninguna de las dos volviera a temer por sus vidas. Hija de Hugo Falcone, un mafioso siciliano exiliado en Argentina, y de Lucía, una mujer tan hermosa como letal, que prefirió el poder a la maternidad, Carmilla creció en la grieta entre dos mundos: la violencia meticulosa de los negocios sucios de su padre, y el susurro arcano de su abuela Esmeralda, una gitana que le enseñó a leer el tarot antes que a leer palabras.
"—La sangre que derramás hoy, mañana te ahoga —le advirtió su abuela la noche que partió—. Pero hay un lugar donde tu oscuridad será moneda corriente."
Interludio - La Sacerdotisa Despierta
Durante los primeros meses en Los Santos, Carmilla evitó mirar las cartas. Las tenía guardadas en una caja de madera sellada con sal negra y una cinta roja. Estaban ahí, como un corazón latiendo bajo el suelo, esperando. —Ya no me sirven —se decía. Pero cada noche soñaba con ellas. Y cada vez que ignoraba un presentimiento, algo salía mal. Un cliente habitual del Diamond, un hombre gordo, sudoroso y adicto a la ruleta, solía dejar propinas generosas. Una noche, la miró fijamente, con los ojos desencajados por la cocaína y el miedo: —¿Me vas a decir si hoy pierdo todo? Ella no entendió. Pero él insistió. —Tu tienes sangre gitana, lo sé. A vos te arde la piel cuando algo malo va a pasar, ¿no? Carmilla no respondió. Esa noche, el hombre fue encontrado muerto en un callejón. Le habían arrancado los dientes con una tenaza. Sintió culpa. No por él, sino por haber sentido el presagio y haberlo ignorado. Volvió a casa. Abrió la caja. Y las cartas cayeron como si se lanzaran solas. La Sacerdotisa. El Colgado. La Rueda de la Fortuna. —No podés huir de lo que sos —susurró una voz que era la de su abuela, pero también la suya, desde el futuro. A la mañana siguiente, llevó el mazo al casino. Lo mantuvo oculto. Al principio, solo lo usaba en los descansos. Pero los rumores comenzaron. —La nueva... la que tiene ojos de tormenta. Ella puede decirte si hoy ganás o perdés. Y así, el tarot volvió. No como un acto de fe, sino como una herramienta de poder. Carmilla no era una bruja de feria. Era una mujer que leía lo que otros no se atrevían a mirar. Volvió a creer no porque perdonara al destino, sino porque entendió que no había escapatoria. Las visiones no eran castigo. Eran advertencia. Y esta vez, no pensaba ignorarlas.
Capítulo II - El Diablo entre las Sombras
Los Santos no la recibió con los brazos abiertos, pero tampoco la devoró. Encontró trabajo en el Casino Diamond, sirviendo copas, repartiendo sonrisas en la superficie. Pero bajo la mesa, el tarot seguía siendo su verdadero negocio. Lecturas discretas, limpias para clientes desesperados, hechizos menores a cambio de favores mayores. Fue allí donde conoció a Juan José Díaz. Subjefe del casino. Hablaba poco, observaba mucho. Sus ojos parecían contar historias de traición que él ya no se molestaba en relatar. Carmilla lo notó desde el primer día. No por lo que decía, sino por cómo cargaba con sus silencios. Le ofreció una tirada. Las cartas hablaron más de lo que estaban preparados para oír: El Ermitaño. El Juicio. El Sol invertido. Soledad. Culpas. Una luz apagada por heridas que todavía ardían. Carmilla vio en él a un hombre al borde de la redención, si es que la redención todavía era posible para alguien como él. Juanjo no creía en brujas. Hasta que la escuchó. Hasta que ella le dijo: —Vos no dormís, Juanjo. Vos vigilás. Como un hombre que ya no espera ser perdonado. Desde entonces, dejó de preguntarse por qué le hablaba... y empezó a temer el día que ella dejara de hacerlo. A veces, Carmilla leía gratis. Solo a algunos. —¿Por qué a ellos no les cobras? —le preguntó Juanjo, al notar su deferencia con ciertos hombres tatuados, de mirada filosa. —Porque sus muertes valen más que dinero, no puedo cobrarles si puedo intentar alejarlos de un final peligroso. Esa noche, ella le tiró las cartas por pedido suyo. El Loco. La Torre. —Te van a traicionar —le dijo, la voz más sombra que susurro—. Pero eso... vos ya lo sabés, ¿no?
"La justicia no es ciega, solo mira hacia otro lado"
Juan José Díaz nació en Barranquilla, Colombia, fruto de una relación fugaz entre una oficial del ejército colombiano y un comandante israelí. Tras enterarse del embarazo, su padre desapareció de la vida de ellos, esperando perderlos para siempre. Su madre, fue capturada años después por una célula guerrillera que la ejecutó por supuesta colaboración extranjera. Con solo tres años, Juanjo quedó al cuidado de su abuela en el conflictivo barrio La Chinita. En ese entorno brutal, la infancia terminó antes de comenzar. Juanjo aprendió rápido que la supervivencia requería puños firmes, lealtades compradas y silencio absoluto. A los 16 años, ya era parte activa de una pandilla local, participando en atracos armados y cobranzas para carteles menores. Su nombre comenzaba a ser temido en su zona, y eso lo convirtió en objetivo.
Cuando un robo mal ejecutado puso precio a su cabeza, su abuela —ya enferma y desesperada— activó viejos contactos en las Fuerzas Armadas. Con esfuerzo logró ubicar al padre de Juanjo, ahora residente en Miami. El hombre aceptó llevarlo, no por cariño, sino por deber: —Una sola regla: obedeces o vuelves a Colombia en un ataúd. La vida en Miami fue una mezcla de castigo y disciplina. Su padre lo levantaba a las cinco de la mañana para entrenamientos militares y clases privadas. Juanjo resistió, y eventualmente canalizó su furia en algo productivo. Se graduó con honores en Negocios Internacionales a los 21 años. Durante sus estudios, trabajó como bartender en el exclusivo LIV Fontainebleau. Allí conoció a figuras del mundo nocturno, empresarios, promotores… y criminales. Aprendió a leer a la gente, a manejar la seguridad, el marketing de eventos, y a cerrar tratos tanto con estrellas como con mafiosos.
Uno de esos empresarios era Owen Watson, un inversor con ambiciones de expansión. Le propuso trasladarse a Los Santos y encargarse del Galaxy Nightclub, un proyecto que prometía ser rentable. Juanjo aceptó. En Los Santos encontró más que un nuevo comienzo: encontró una ciudad sin ley encubierta, donde los clubs nocturnos eran centros de poder tanto legales como ilegales. Juanjo demostró ser clave para el crecimiento del Galaxy: negociaba con proveedores, calmaba disputas, mejoraba la experiencia del cliente y mantenía al club rentable incluso en tiempos de crisis.
Pero el éxito llamó atención indeseada. Bandas locales empezaron a extorsionar a los clubes, y el Galaxy no fue la excepción. Owen quería soluciones, y Juanjo sabía que el diálogo no bastaría. Necesitaba aliados. Fue entonces cuando escuchó rumores sobre los Street Bloods (STB), una pandilla organizada con presencia fuerte en barrios clave. Juanjo no era un desconocido para ellos. Algunos miembros veteranos lo recordaban de los tiempos de La Chinita: sus métodos, su historia, sus contactos. Un par de favores hechos en Miami —cuando facilitó envíos discretos entre puertos— también pesaban en su favor. Pero eso no fue suficiente. Para probar su lealtad, le encargaron una operación: coordinar el asalto a un cargamento de armas de una banda rival. Juanjo diseñó el plan, lo ejecutó con precisión militar, y duplicó el valor de lo robado vendiéndolo por fuera. Eso le ganó un asiento en la mesa.
Implementó sistemas para lavar dinero a través del Galaxy y otros locales nocturnos, ordenó las finanzas internas de la banda, y estableció alianzas con empresarios locales que preferían negocios “sin interferencia policial”. La caída y el exilio En ese tiempo conoció a Abigail, una británica encargada de relaciones públicas en un evento del Galaxy. Su historia de redención la conmovió, y él, cansado de la oscuridad, creyó en una segunda oportunidad. Se enamoraron. Cuando ella quedó embarazada de gemelos, Juanjo decidió retirarse del crimen. Se mudaron a Inglaterra. Trabajaba como asesor remoto para Owen y se centraba en ser padre. Por un tiempo, creyó haber escapado. Pero el pasado no se deja atrás tan fácil.
Snow, hijo del antiguo líder de los STB, heredó el mando tras una serie de conflictos internos. El declive de la banda lo llevó a investigar qué había salido mal. Todos los caminos apuntaban a una sola ausencia: Juan José Díaz. Sin él, los negocios se desmoronaban. Snow no mandó amenazas. Fue personalmente a Inglaterra. Fotografías de Abigail, sus hijos, Owen y otros conocidos lo dejaron claro:
—Vuelves, o empiezo a tacharlos uno por uno.
—“Volver a Los Santos era como abrir una herida que nunca sanó. Pero si para mantenerlos con vida debía arrastrarse entre las sombras, lo haría sin pensarlo.” Pero la doble vida le costó caro. Abigail, sola y agobiada, lo engañó con un colega. Cuando Juanjo lo descubrió, no hubo gritos: hubo precisión. Congeló cuentas, ganó la custodia total y la dejó sin nada. Esa traición borró toda esperanza de una vida común. —"Con Abigail, Juanjo aprendió que no todos los enemigos llevan un arma; algunos duermen a tu lado."
En el casino conoció a Carmilla, una tarotista que trabajaba en eventos especiales. Su mirada lo atravesó desde el primer momento. Una noche, tras una lectura de cartas, ella le dijo: —El pasado te sigue como una sombra, pero no eres tu dolor. Intrigado, Juanjo comenzó a frecuentarla. Descubrió que ella también tenía un pasado oscuro: hija de un mafioso siciliano ejecutado por su propia familia, criada entre ocultismo, secretos y lealtades rotas. A diferencia de Abigail, Carmilla no le temía a sus cicatrices. —Ya he visto monstruos peores —le dijo una noche—. Y vos no sos uno de ellos. No fue amor a primera vista. Fue respeto. Comprensión. Y con el tiempo, fue inevitable. Carmilla no solo lo entendía: podía caminar a su lado sin tropezar. Juanjo sabía que debía darle algo real. Algo propio. Algo que los uniera. Y así, con el respaldo de los STB, comenzaron a planear la compra de un club nocturno para ella. Un nuevo imperio. Uno donde la oscuridad no los escondiera… sino que los hiciera brillar.
Juan José Díaz - fundador, padre de familia
Capítulo III - El Emperador Caído
El club apareció primero en sueños. Siempre el mismo: terciopelo rojo, pasillos con ecos de secretos, una puerta sellada con símbolos antiguos. Y Calipso llorando al otro lado. El Mundo temblaba en sus manos. El club no era una ambición. Era un destino. Juanjo la escuchó. No como quien escucha delirios, sino como quien ya ha visto lo imposible. Sabía que los sueños de Carmilla no eran metáforas. Eran advertencias. Fue él quien la conectó con los Street Bloods. Una hermandad nacida en los barrios bajos, curtida en balaceras y juramentos de lealtad. Juanjo no era solo un conocido. Era un hermano. Uno que había derramado sangre por ellos. Uno que debía favores... y cobraba otros. Carmilla, sin embargo, no fue aceptada de inmediato. A los STB no les gustaban las brujas. Y menos aún, las que no temen. Pero cuando evitó que un cargamento cayera por una redada —gracias a un sueño con perros ladrando y billetes flotando en un río de sangre— empezaron a tomarla en serio. Snow, el líder, la miró con recelo, pero también con respeto. No entendía su poder. Pero no necesitaba hacerlo. —No me crean —les dijo Carmilla—. Pero si tienen algo que perder mañana, guárdenlo hoy. Y funcionó. Pagaron el 60% del club. Ella el resto, con ahorros y un préstamo de Owen, su jefe en el casino. A cambio, los STB exigieron acceso a los túneles y un punto neutral para sus operaciones. No querían el club. Querían la ventaja. Juanjo fue la garantía. Carmilla, la carta viva. Y entre ellos no hubo contrato. Solo un pacto silencioso de cuidado mutuo.
El club se llamaría HAUTE. Un nombre que resonaba con elegancia, pero también con peligro. Era un lugar donde la sangre y el lujo se entrelazaban, donde los secretos se susurraban entre copas de vino y risas nerviosas. Y donde Carmilla y Juanjo podían finalmente ser quienes realmente eran: dos almas perdidas buscando redención en un mundo que no perdona.
Lo que encontraron bajo los escombros:
El salón de sus visiones
Capítulo IV - El Templo del Loco
El Haute fue restaurado con precisión quirúrgica. Cada rincón tenía una función. Cada sombra, un propósito. Bajo los salones principales había túneles, mazmorras, salas secretas. Carmilla lo conocía todo. Como si ya hubiese vivido allí. La inauguración fue un ritual: música que hipnotizaba, luces suaves, cócteles con nombres arcanos: La Luna Rota. La Torre Invertida. El tarot estaba en la entrada. La Reina Gitana, en la cima. Carmilla no era dueña de un club. Era sacerdotisa de un templo nocturno. Atendía empresarios, brujas, dealers, músicos, almas rotas y ladrones arrepentidos. Todos tenían su precio. Todos querían algo. Y a todos los escuchaba... aunque no siempre respondía. Los STB cumplían su parte. Usaban el lugar cuando lo necesitaban, pero no se entrometían. Sabían que Carmilla no les pertenecía. Y eso los ponía nerviosos. —Ella no se compra —dijo Snow una vez—. Se respeta. Y si no podés respetarla... más vale que no la mires de espaldas. Juanjo se volvió parte del Haute. Protector, socio y, lentamente, algo más. Un ancla. Una llama. Carmilla no lo necesitaba. Pero lo elegía. Y él, a su modo, la elegía también.
Capítulo V - La Estrella y la Torre
Carmilla sabía que los imperios caen. Que el amor arde si se lo deja sin cuidado. Que incluso los templos se incendian desde dentro. Pero aún así, apostó por algo que nunca tuvo: un hogar. El Haute no era solo un club. Era su legado. Un altar al destino. Un refugio para Calipso, para Juanjo... y para ella misma. Pero nunca bajaba la guardia. Bajo la mesa del tarot, siempre había una daga. —La lealtad de los hombres termina donde empieza su miedo —le susurró a Juanjo una noche, entre copas y silencios—. Y yo no le temo a ninguno.
La noche se cerró con un brindis. Un pacto silencioso entre ellos. Un compromiso de protegerse mutuamente. De no dejar que el pasado los devorara. De construir un futuro donde la oscuridad no fuera una condena, sino una elección. Y así, entre sombras y luces, Carmilla Falcone y Juan José Díaz comenzaron a escribir su propia historia. Una historia de amor, traición y redención en una ciudad donde la sangre nunca duerme.
El precio del poder
"El Haute será un puente entre dos mundos: donde la élite vea lujo, los STB verán oportunidades. Cada ritual, una estrategia; cada cóctel, un mensaje."
- Juanjo & Carmilla
Impacto en el Rol del Servidor:
"La Sacerdotisa ve... peligro en tu futuro."
"Nuestras brujas pueden 'maldecir' a tus enemigos... si ambos aceptan el RP."
*Estas reglas se aplican y generarán consecuencias visibles.
Eclipse Boulevard esquina Las Lagunas Boulevard
Oeste de Vinewood, Los Santos
Gobernante absoluta del HAUTE. Su autoridad emana tanto de su linaje mafioso como de sus poderes ocultos. Los Street Bloods respetan su trono... por ahora.
Ojos y oídos de los Street Bloods en el HAUTE. Su rol es asegurar que Carmilla cumpla los pactos de sangre mientras mantiene la fachada de legitimidad.
Tejedor de ilusiones sociales. Transforma los eventos del HAUTE en experiencias místicas mientras oculta operaciones oscuras.
Frase Clave: "Lo que el público ve es solo el primer velo"
Alquimista financiero que convierte dinero ilegal en oro legítimo. Sus libros contables son indescifrables para los no iniciados.
Secreto: Usa códigos basados en el I Ching para sus registros.
Ejecutor silencioso. Maneja desde la protección VIP hasta "limpiezas" en los túneles secretos. Su lealtad a Carmilla es inquebrantable.
Arma Signature: Navaja con hoja grabada con runas de protección.
Una bruja poderosa que su camino se cruzó con el de Carmilla. Enorme experiencia en gestios de empleados y eventos.
Talismanes: Gran poder de curación con cristales preciosos, también confecciona amuletos protectores
Hermano de Carmilla y su mano derecha. Su experiencia en el mundo del crimen es invaluable. Su lealtad es inquebrantable, pero su ambición puede ser peligrosa.
Secreto: tiene una libreta que solo él puede leer con contactos importantes del mundo de la mafia
Un bartender con un pasado oscuro. Su habilidad para mezclar bebidas es solo superada por su habilidad para mezclar secretos. Conoce a todos los clientes y sus historias.
Arma Signature: Navaja con hoja grabada con runas de protección.
Noches donde lo oculto se revela:
Conectamos facciones y negocios:
Para clientes selectos:
Impulsamos narrativas complejas:
Espacio neutral que facilita interacciones RP entre facciones que normalmente no interactuarían
Eventos diseñados específicamente para crear tramas interesantes y duraderas
Todas las actividades siguen estrictamente las normas de EscuelaRP
Sistema de registro que demuestra nuestra contribución al ecosistema RP
No somos un club más. Somos un ecosistema de historias donde cada detalle genera RP único.
✅ Beneficio para el servidor: Atrae tanto a jugadores casuales como a interesados por lo ilegal para aumentar la interacción.
✅ Beneficio: Crea arcos argumentales recurrentes y memes orgánicos.
Somos el punto neutral donde confluyen:
Policías corruptos (info por $$$)
STB (lavado + reclutamiento)
Productores de droga (venta exclusiva)
✅ Beneficio: Facilita interacciones entre grupos que normalmente no colaboren.
Haute no es solo un negocio. Es una máquina generadora de historias donde cada detalle, desde la decoración hasta el menú, está diseñado para crear momentos memorables en el servidor.
"Aquí, hasta la sombras tienen propina."
⚠️ Nota: Estas reglas se aplican y generarán consecuencias.